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viernes, 26 de noviembre de 2010

El peligro oculto tras la caminata prematura

Definitivamente los primeros pasos de un bebe son una de las experiencias favoritas de  padres y familiares, sin embargo, muchos ignoran los riesgos que conlleva la camita prematura de un infante, al punto de acarrear problemas físicos que pueden acompañarlo por el resto de su existencia.

Esto se debe a que durante los primeros meses de la vida posparto el esqueleto de los humanos aún no se encuentra desarrollado para la marcha. Algo totalmente diferente ocurre en otras especies de mamíferos, cuya caminata es casi inmediata al alumbramiento.

La razón de esto estriba en el proceso de formación de los huesos. Durante el principio de la quinta semana de desarrollo fetal, aparecen los primeros esbozos de los miembros superiores e inferiores. No obstante, dicho desarrollo no culmina durante el embarazo, sino que persiste durante algún tiempo fuera del vientre materno. De esta forma la maduración anatómica humana puede llegar a durar varios años. Tal es el caso del pulmón (su desarrollo definitivo se alcanza alrededor de los ocho años), así como de la clavícula (cuyo proceso de osificación se completa cerca de los treinta años).

En el caso de de los huesos de la pierna sucede algo parecido. La articulación de la cadera logra ser funcional gracias al encaje que se produce entre la cabeza del fémur (hueso del muslo) y el acetábulo o cavidad cotiloidea de la cadera, es decir el lugar donde la cabeza del fémur encaja para producir la articulación coxofemoral.

Sin embargo, al producirse el nacimiento, la cabeza del fémur todavía es cartílago y se encuentra en la mitad del proceso de desarrollo dentro del acetábulo. Y si bien anatómicamente ambas estructuras articulares pueden realizar la locomoción, aún no están preparadas para soportar el peso del cuerpo. Así, se corre el riesgo de que el cartílago se vea expuesto a un trabajo que afecte tanto su forma como su ubicación dentro de la cavidad articular. De no tratarse a tiempo, dicha condición produce cuadros clínicos (como la displasia de cadera), que además de ser sumamente dolorosos impiden significativamente la caminata normal.
Aunque los riesgos están presentes en ambos sexos, por motivos genéticos las mujeres son más propensas a desarrollar este tipo de patologías, incluyendo la luxación congénita de cadera, una malformación producida durante el desarrollo embrionario.

A partir del año de vida, la osificación femoral se completa, su funcionalidad alcanza niveles seguros y los infantes pueden aprender a caminar sin que su salud se vea comprometida. En caso de haberse producido la displasia, esta es tratable si se detecta a tiempo, ya que existen tratamientos y férulas destinadas a corregir el problema sin que queden secuelas que afecten la calidad de vida a corto, mediano y largo plazo.

Por ello, es tarea de los médicos informar y prevenir sobre los potenciales peligros de hacer caminar a los bebes antes del primer año, ya que uno de los secretos de la vida sana es hacer las cosas a su debido tiempo, y en su debida forma.

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